La ética se subordina a la política,
porque la ética se preocupa por el individuo y, la política, por la comunidad;
y, según Aristóteles, el bien supremo debe ser siempre un bien común.
Se llama fin al motivo por el que actúa un agente. Cualquier agente persigue
siempre algún bien. Es decir, el fin de la acción siempre parece bueno a la
gente. Existen dos tipos de fines:
· Relativos: Actúan como medio para
conseguir otro fin
· Absoluto: Fin último que busca la
acción humana y no por ninguna utilidad.
Aristóteles sabe que no basta con distinguir
que el fin supremo de la acción humana sea la felicidad, sino que hay que saber
en qué consiste esta. Por ello ejemplifica, desde una consideración negativa, distintos
modos refutables de entender la
felicidad según los diferentes tipos de personas:
· El
vulgo identifica el placer con la felicidad, pero no es sinónimo de vida feliz
porque no aporta un sentido a la existencia.
· Los
políticos aceptan llegar a la felicidad considerando el honor y el propio reconocimiento
como bien supremo, pero no la encuentran realmente porque este bien no es común,
sino individual.
· Los
que buscan enriquecerse por encima de todo, califican los bienes materiales
como fin absoluto, por lo que adquieren un tipo de vida falso.
Después de aclarar los aspectos que
no aportan la verdadera felicidad, Aristóteles explica por qué la política es
el bien supremo:
La virtud es la disposición de un ser a obrar bien conforme a la
actividad que es propia a su esencia (recordemos que la esencia o naturaleza de
un ser es aquello que ese ser es, que le define, etc.), y esta actividad
propia, en el ser humano, es cultivar y actuar según la razón; lo que, a su
vez, lo distingue del resto de seres. Cualquier realidad es buena si cumple su
virtud. Por lo tanto, la felicidad del ser humano consiste en la virtud.
Pero, normalmente, debe intervenir
la política. La política garantiza
los fines o bienes relativos necesarios en la polis para conseguir la felicidad
común, ya que, de otra manera, la falta de medios podría condicionar la virtud.
Por este motivo, la ética se
supedita a la política, ya que la finalidad última de la sociedad es facilitar
el desarrollo de nuestra virtud.
Las virtudes éticas derivan de la costumbre y de los hábitos a la hora
de actuar, y tienen como función principal orientar nuestra conducta hacia el
bien, dominando para ello los instintos irracionales mediante el término medio
de nuestros actos. Aristóteles define la virtud de tres modos que son complementarios:
· La virtud
es el hábito que dispone a actuar bien.
· La
virtud es el hábito que dispone a actuar
de acuerdo con la razón.
· La
virtud es el hábito de actuar según el
justo medio entre exceso y defecto.
Así, algunos ejemplos de virtudes
éticas son: el valor, entre la temeridad y la cobardía; la templanza, entre el
libertinaje y la insensibilidad; la generosidad, entre la prodigalidad y la
avaricia; y la justicia, que aparece cuando todas las acciones se ajustan al
justo medio.
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