Vivir sin filosofar es, propiamente, tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás.
René Descartes (1596-1650), filósofo y matemático francés.

jueves, 31 de mayo de 2012

3. ARISTÓTELES: LA FELICIDAD COMO ACTIVIDAD RACIONAL


La ética se subordina a la política, porque la ética se preocupa por el individuo y, la política, por la comunidad; y, según Aristóteles, el bien supremo debe ser siempre un bien común.
            Se llama fin al motivo por el que actúa un agente. Cualquier agente persigue siempre algún bien. Es decir, el fin de la acción siempre parece bueno a la gente. Existen dos tipos de fines:
· Relativos: Actúan como medio para conseguir otro fin
· Absoluto: Fin último que busca la acción humana y no por ninguna utilidad.

            Aristóteles sabe que no basta con distinguir que el fin supremo de la acción humana sea la felicidad, sino que hay que saber en qué consiste esta. Por ello ejemplifica, desde una consideración negativa, distintos modos refutables de entender la felicidad según los diferentes tipos de personas:
· El vulgo identifica el placer con la felicidad, pero no es sinónimo de vida feliz porque no aporta un sentido a la existencia.
· Los políticos aceptan llegar a la felicidad considerando el honor y el propio reconocimiento como bien supremo, pero no la encuentran realmente porque este bien no es común, sino individual.
· Los que buscan enriquecerse por encima de todo, califican los bienes materiales como fin absoluto, por lo que adquieren un tipo de vida falso.

            Después de aclarar los aspectos que no aportan la verdadera felicidad, Aristóteles explica por qué la política es el bien supremo:
            La virtud es la disposición de un ser a obrar bien conforme a la actividad que es propia a su esencia (recordemos que la esencia o naturaleza de un ser es aquello que ese ser es, que le define, etc.), y esta actividad propia, en el ser humano, es cultivar y actuar según la razón; lo que, a su vez, lo distingue del resto de seres. Cualquier realidad es buena si cumple su virtud. Por lo tanto, la felicidad del ser humano consiste en la virtud.
            Pero, normalmente, debe intervenir la política. La política garantiza los fines o bienes relativos necesarios en la polis para conseguir la felicidad común, ya que, de otra manera, la falta de medios podría condicionar la virtud.
            Por este motivo, la ética se supedita a la política, ya que la finalidad última de la sociedad es facilitar el desarrollo de nuestra virtud.

            Las virtudes éticas derivan de la costumbre y de los hábitos a la hora de actuar, y tienen como función principal orientar nuestra conducta hacia el bien, dominando para ello los instintos irracionales mediante el término medio de nuestros actos. Aristóteles define la virtud de tres modos que son complementarios:
· La virtud es el hábito que dispone a actuar bien.
· La virtud es el hábito que dispone a actuar de acuerdo con la razón.
· La virtud es el hábito de actuar según el justo medio entre exceso y defecto.
            Así, algunos ejemplos de virtudes éticas son: el valor, entre la temeridad y la cobardía; la templanza, entre el libertinaje y la insensibilidad; la generosidad, entre la prodigalidad y la avaricia; y la justicia, que aparece cuando todas las acciones se ajustan al justo medio.

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